La dinámica del cambio (o cómo dejar de frustrarte por el peso)
Es posible que la situación en la que nos encontramos te haya empujado a comer con desorden y a dejar para más adelante tus planes de cambio físico.
El confinamiento nos ha forzado a todos a revisar prioridades, cambiar rutinas y posponer algunas decisiones.
Retrasar tus planes de cambio no es un problema en sí mismo; cada una decide cuándo es su momento de hacerlo. Sin embargo, es importante darse cuenta del error de fondo que esconde esa decisión: creer que la solución a tu problema depende de tus circunstancias.
Ahora piensas que no te puedes controlar con la comida porque tienes que estar en casa, pero más adelante será por otra razón.
Mientras creas que la solución a tu problema de peso es externa a ti, y que tienes que esperar a que se den otras circunstancias para resolverlo, el problema seguirá presente en tu vida.
Si quisieras, conseguirías cambiar en cualquier situación, porque no es el contexto lo que te impide ir adelante con tus planes.
Si en esta situación sigues comiendo mucho y mal la causa no es la situación, sino tu percepción de ti misma.
Cuando quieres hacer una cosa (cuidarte) y después haces otra (comer mucho y mal) te desesperas pensado que te boicoteas y te enfadas contigo misma.
Sin embargo, debes tener esto en cuenta: no hacemos lo que queremos, hacemos lo que sentimos.
Lo que haces siempre es coherente con lo que sientes, y lo que sientes es lo que piensas acerca de ti misma.
Si lo que piensas -en el fondo- es que no vas a conseguir el cambio físico que deseas, te comportarás de acuerdo con eso, es decir, no darás pasos para cuidarte porque creerás que no lo vas a lograr.
Como mucho lo intentarás, porque realmente te gustaría cambiar, pero al actuar en contra de lo que crees tendrás que esforzarte demasiado. El camino será duro y no tardarás en abandonar y volver a sentirte frustrada.
La respuesta, por tanto, no es obligarte a actuar -volver a ponerte a dieta- sino cambiar lo que piensas acerca de ti misma.

Así funciona el cambio
Hacerte cargo de tus problemas es hacerte cargo de lo que crees, es decir, de lo que piensas al respecto.
Es tan cierto que ahora tienes sobrepeso como que te librarás de él cuando decidas convertirte en una persona sin problemas de peso.
Esa firme decisión no pasa por cambiar lo que haces, sino lo que piensas.
Cambiar lo que haces es obligarte a esforzarte más; cambiar lo que piensas es entender cómo funciona la dinámica del cambio.
Cambiar lo que piensas te puede parecer forzado, hasta que te das cuenta de que es lo que has hecho siempre: lo que piensas no es algo inamovible, está en constante cambio, como tú misma.
El pensamiento es cambiante porque su función no es definirte ni limitarte, sino abrirte a nuevas posibilidades.
Si lo que crees ahora ha dado como resultado una realidad que no te satisface, cambia lo que crees, y cambiarás tu vida.
Lo que piensas sobre ti es lo único que te separa de ser la persona que quieres ser y de tener la vida que quieres tener.
Cuando cambias lo que piensas no tienes que esforzarte en actuar a tu favor, porque tus acciones seguirán a lo que has decidido creer, es decir, a lo que piensas y sientes, y te conducirán a nuevos resultados.
Esos resultados serán la prueba de que has conseguido cambiar lo único que necesitabas cambiar: lo que piensas sobre ti misma.
