Nuevo año, nueva vida

7

Ene, 2020

La llegada de un nuevo año nos invita a iniciar una nueva vida, a renovarnos dejando atrás todas esas cargas que nos alejan de sentirnos bien.

Concentramos nuestras ilusiones de cambio en una fecha concreta, y planeamos con entusiasmo cuánto tardaremos en estar como deseamos.

Sin embargo, conseguirlo no tiene nada que ver con el tiempo, sino con el intenso deseo interno de transformar nuestra experiencia de vida.

En ocasiones, dar al tiempo un protagonismo que no tiene nos lleva a vivir decepciones que probablemente ya has experimentado, como la de empezar una dieta después de Reyes y abandonarla poco después.

Habías puesto todo tu empeño en lograrlo, pero tus ilusiones se han esfumado, y la realidad vuelve a imponerse.

¿Y cuál es esa realidad? que el tiempo es un factor irrelevante frente al que verdaderamente te permitirá cambiar: tu manera de pensar.

 

Eres lo que piensas

Todo lo que vivimos es el resultado de nuestros propios pensamientos acerca de quiénes somos, que a su vez determinan lo que creemos que podemos conseguir en la vida.

Nuestro aspecto físico no es una excepción.

Tu imagen externa es un reflejo de la idea que tienes de ti misma, de modo que la manera de conseguir el cambio que anhelas es convertirte por dentro en la persona que quieres ser.

Esto es algo que haces continuamente, aunque no seas consciente de ello; darte cuenta de que ya conoces el arte de dar forma a tu realidad te abrirá las puertas al cambio físico que buscas.

Si te fijas, todo lo que ahora consideras que haces bien es el resultado de tu decisión de hacerlo bien. Todo lo que crees que eres: buena madre, hija, hermana, amiga, trabajadora, conductora… es la consecuencia de tu elección al respecto.

Lo mismo ocurre con tu aspecto. Tienes sobrepeso porque crees que eres una mujer con sobrepeso; y no consigues cambiar por las razones que has elegido creer: adelgazar es muy difícil, no soy constante, en mi caso es genético, no tengo fuerza de voluntad, a mi edad cuesta mucho más…

Todas esas razones te mantienen donde estás. Cambia esas ideas y cambiarás tu aspecto.

«El cuerpo sigue a la mente»

Así funciona el cambio

Cuando queremos algo nos enfocamos en los pasos que tenemos que dar para conseguirlo. Haces algo para tener algo y, de esa forma, te conviertes en ello:

  1. Haces dieta y ejercicio.
  2. Tienes menos peso.
  3. Eres una persona delgada.

Aunque el proceso a seguir es claro, muchas personas no lo consiguen. ¿Por qué? Porque hemos invertido el orden del proceso. Cuando buscas un cambio duradero no se trata de hacer para tener y luego ser, sino al contrario.

La manera más efectiva y estable de lograr lo que quieres es convertirte en ello primero, es decir, creer que eso es posible para ti con total certeza. Decides quién quieres ser, actúas conforme a eso, y obtienes resultados:

  1. Soy delgada (anticipo lo que elijo ser y mantengo con firmeza esa imagen de mí misma en mi cabeza)
  2. Hago lo que hace una persona delgada (me cuido sin agobios, y disfruto de poder hacer lo que me ayuda a estar como me gusta)
  3. Tengo resultados (me mimetizo con la imagen de mí misma que he elegido ser)

Eres una persona sin problemas de peso en el momento en que tomas esa decisión y no tienes dudas de que es posible para ti.

Es entonces cuando avanzas con determinación y el camino se vuelve fácil: el cuerpo sigue a la mente, así que sólo tiene que reflejar algo en lo que tú ya te has convertido.

Por el contrario, cuando sólo ponemos el foco en lo que tenemos que hacer, estamos eligiendo el camino del esfuerzo y el sacrificio, porque nos obligamos a comportarnos de manera diferente a quienes somos.

Sitúas a lo lejos la meta de quién quieres ser y caminas hacia ella siendo quien eres ahora, por lo que es habitual que te desanimes, o que recuperes todo el peso perdido en poco tiempo.

El tiempo es ahora

En este proceso el tiempo no es significativo porque cuando cambias por dentro no hay fecha de inicio ni de final. Empiezas tan pronto como asumes quién eres, y no acabas, simplemente vives de esa manera.

Todo el tiempo se convierte en ahora, que es el único momento en el que puedes decidir quién quieres ser.

Cuando no tienes dudas sobre quién eres -al margen de lo que peses ahora- decides sin conflicto; pero cuando no has cambiado por dentro, tarde o temprano abandonas.

En ambos casos, te comportas en coherencia con quien crees que eres.

La clave, por tanto, es cambiar por dentro. ¡Revisa lo que quieres pensar sobre ti y sobre lo que puedes y no puedes hacer con tu vida!

Eres libre de pensar lo que quieras, porque los límites los pones tú. Puedes seguir poniendo tu atención en lo que crees que te impide estar como quieres, o elegir ponerla en conseguirlo. Así de simple.


Cuando nos atascamos en el proceso de cambio físico es porque no hemos trabajado lo suficiente nuestro cambio interior. ¡Deja de esforzarte desde fuera y háztelo fácil! piensa qué es lo que deseas respecto a tu peso, ¡y piensa en grande! porque esa idea tiene que ilusionarte, tiene que llenarte de alegría, así que no te conformes con menos que con estar como tú deseas de verdad. Si estás decidida y quieres apoyo para afianzar ese cambio interior, echa un vistazo a mi curso AMA VIVE COME y empieza el año de manera diferente :)

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para salir de la trampa del peso

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