Sobre la comida y el peso
Cuando alguien me pregunta acerca de este proyecto, lo que más le sorprende es que no hable de comida.
¿Pero no va sobre adelgazar?
Siempre explico que este proyecto está enfocado en superar problemas de peso a través del desarrollo personal, y que se apoya en esta idea: cuando tú cambias, tu relación con la comida cambia.
Los problemas de peso -como todos los demás- empiezan en nuestra cabeza, de modo que es ahí donde se encuentra la solución. Si cambias el esquema de pensamiento que te llevó al sobrepeso, dejarás de tener sobrepeso.
No obstante, aunque la comida no sea la causa de lo que te pasa, si con tu estilo de vida actual tienes sobrepeso, es obvio que para perder peso también tendrás que hacer algún cambio en ese estilo de vida.
Y de eso vamos a hablar hoy: de la comida y el peso.
Hablemos de comida
Como sabes, un plan de adelgazamiento convencional pone el foco en la alimentación y en el ejercicio. Y si lo sigues, funciona.
Pero si no haces cambios en la mentalidad que te llevó inicialmente al sobrepeso, es muy probable que vuelvas a recuperar esos kilos.
Lo que yo te propongo es ir a la raíz del problema, que es el único lugar en el que puedes resolverlo definitivamente.
Una vez que lo haces, te das cuenta de que los cambios en tu estilo de vida no sólo no te cuestan, sino que los llevas a cabo con ilusión, fuerza y determinación.
Muchas personas me escriben convencidas de que este planteamiento tiene sentido para ellas, pero no pueden evitar preocuparse por lo que tienen que hacer respecto a la comida para lograr bajar de peso. Pues bien, hablemos de comida.
La comida tiene la función básica de nutrirte. Además, le hemos dado una función social, relacionada con el disfrute, y nos sentamos a la mesa para celebrar todo lo bueno que nos sucede.
Ambas funciones están bien. El problema llega cuando no estamos contentas con nuestro aspecto y decidimos alterar esas funciones, lo que supone una alteración en nuestra propia vida.

Me refiero, por ejemplo, a cancelar una cena con tus amigos porque no puedes comer, o a ir a la cena, pero estar más pendiente de lo que no puedes comer que de disfrutar de ese rato.
Otro ejemplo, que ya tenemos encima, son las fiestas de Navidad. Si tienes problemas de peso, es muy probable que hayas decidido pasar de todo durante estos días, comer lo que te apetezca sin control y, después de Reyes, ponerte a dieta.
Ambas decisiones, comer mucho ahora y poco después, te harán sentir mal. En enero volverás a tu rutina desanimada, con más sobrepeso y físicamente machacada. Porque no comes algo más con motivo de las fiestas; comes hasta que no puedes más porque sabes que en pocos días te vas a prohibir comer.
Alimentarte mal –por exceso o por defecto– es una forma de maltratar a tu cuerpo. Y si maltratas a tu cuerpo te maltratas a ti misma.
Yo estuve en esa dinámica durante dos décadas, y conozco bien tanto el sufrimiento de estar ahí como la libertad de estar al otro lado. Esa libertad es la que tú te mereces, así que esto es lo que te propongo respecto a tu alimentación:

Recupera tu libertad
Tratar de controlar todo lo que comes para perder peso es una trampa, porque limita tu vida.
Cuando tienes delante la hoja que te indica lo que debes comer en cada momento te sientes aliviada, porque crees que así podrás controlar tu problema.
Sin embargo, es el problema el que te controla a ti, porque ya ha conseguido hacerte creer que no tienes la capacidad de relacionarte con la comida de una manera relajada, libre y saludable.
Alimentarte es una función básica de la vida. Creer que necesitas instrucciones para comer es lo mismo que creer que necesitas instrucciones para respirar.
Tú sabes mejor que nadie qué alimentos y cantidades te sientan bien y cuáles te sientan mal o te alejan de lo que quieres conseguir.
Pero has decidido creer que tú no puedes, que necesitas que alguien te diga cómo, cuándo y cuánto comer.
Delegamos nuestra capacidad innata de hacerlo porque creemos que así sacamos el problema fuera de nosotras, y que nuestra única tarea es encontrar la dieta perfecta, esa mágica combinación de alimentos que, al fin, resolverá nuestro problema.
Conseguir el peso que quieres pasa por reconocer que alimentarte bien sólo depende de ti. Que no es cierto que no sepas ni que no puedas controlarte. Es volver a tomar las riendas de algo que es absolutamente natural en ti.
Eso no quiere decir que no te puedas informar, o que no puedas contar con la orientación de un experto en nutrición si crees que lo necesitas. Significa que, a la hora de comer -que es algo que tenemos que hacer todos los días, varias veces al día- tú eres la única que puede decidir qué vas a hacer. Afortunadamente. Porque, si lo piensas, lo triste es que alguien tenga que decidirlo por ti.
Eso sería lo mismo que declararte incapaz. Y no lo eres. Puedes hacerte cargo de tu alimentación igual que te haces cargo de todo lo demás. Y es ahí donde reside tu libertad.
