La comida no es la respuesta
En general, tratan de cambiar sus hábitos de alimentación siguiendo un plan de alimentación bajo en calorías que, en el mejor de los casos, se adapta a su estilo de vida.
Algunos van más allá y se lanzan a hacer ejercicio para acelerar los efectos de una dieta que casi nunca da buenos resultados a medio plazo.
Si eres una de estas personas y aún no has conseguido mantenerte estable en un peso en el que te sientas bien, hoy voy a contarte por qué creo que la comida no es la respuesta a los problemas de peso.
El ciclo de las dietas
Cuando los problemas de peso persisten en el tiempo, vivimos inmersas en este ciclo, que se repite sin fin:
1) Nos ponemos a dieta, ¡y conseguimos adelgazar!
2) Nos venimos abajo y recuperamos todo el peso perdido, con algún kilo más de propina.
3) Nos sentimos frustradas y profundamente desanimadas.
4) Nos volvemos a ilusionar con la idea de perder peso con una nueva dieta… y vuelta a empezar.

Descubrí que esos 20 kilos tenían mucho que enseñarme: eran la prueba física de que algo no iba bien, de que mi manera de estar en el mundo no me permitía vivir serena, centrada, y mantener una relación natural con la comida.
Recuperar ese centro fue entonces mi objetivo, y en el camino pude darme cuenta de que el sobrepeso no es más que el reflejo externo de nuestro estado interior.
«El cambio físico comienza en tu mente»

¿Qué te impide perder peso?
Si ya estás cansada de luchar contra los kilos a base de controlar lo que comes, te animo a ocuparte de tres factores que tienen más peso que la comida en todo lo que te está pasando:
1) Revisa tu idea de ti misma: deja de juzgarte y de sentirte culpable por estar como estás. No te rechaces, sé amable y comprensiva contigo misma, y enfócate en todo lo bueno que sí tienes. Tu idea de ti misma está muy distorsionada porque llevas mucho tiempo obsesionada con tu peso, y no ves más allá de eso. Revisa esa idea, porque sin ser consciente de ello tú misma te estás condenando al sobrepeso.
2) Cambia tu mentalidad: que no es más que tu manera de ver las cosas. El peso es un freno para ti porque tú crees que te limita en algún sentido, pero no es así. Suelta todos los impedimentos que crees que tienes para sentirte bien. El peso es un medio, no un fin. Tan pronto como dejes de poner tanta carga en tu aspecto, podrás liberarte de esos kilos de más que ya no te representan.
3) Ocúpate de tu ánimo: que es lo que te empuja a actuar o te bloquea. Favorecer un estado de ánimo que te impulse te dará la vida, así que llena tu cabeza de estas ideas: “sé que puedo hacerlo, creo en mí, tengo ilusión por cambiar y me lo merezco, me merezco vivir mi vida en un cuerpo en el que me sienta bien”. De esta forma el foco se coloca en las posibilidades, no en las dificultades, y todo se vuelve más fácil.
Tus pensamientos son el principio de todo, y la causa de lo que sientes y lo que haces. Cuida lo que piensas sobre ti misma, porque esas ideas dan vida a la imagen que ves de ti. Nos enfocamos en cambiar nuestro estilo de vida, cuando lo realmente importante es cambiar nuestros pensamientos. Desde mi experiencia, los cambios en tus rutinas van solos si consigues mejorar tu idea de ti misma.
Cuidar tu alimentación y moverte un poco no volverá a ser un suplicio, será algo que tú elijas, ¡y estarás feliz de poder hacer lo que realmente quieres hacer con tu vida!

Estoy totalmente de acuerdo con lo de los ciclos. Al pensar en «ponerme a dieta» para adelgazar, parece que se me abre un hueco en el estómago, me entra más hambre y ansiedad por comer cualquier cosa «prohibida».
Lo que me sucede es que adelgazo, vuelvo a comer normal y cojo kilos poco a poco, pero los cojo. Y me doy cuenta que a menudo como «emocionalmente».
Lo que propones tiene mucho sentido, pero parece doloroso y difícil enfrentarse a uno mismo…
Me encantaría no tener que planificar comidas y comer lo que me apetece sabiendo que no voy a engordar y no engordando, claro.
Lo que no entiendo es una cosa: conozco a gente delgada que come todo todo lo que quiere, que come muchas veces por ansiedad y emocionalmente (como me sucede a mí y supongo que a miles de personas) y no engorda. Esas personas tampoco tienen la vida o trabajo ideal, tienen estrés y preocupaciones, etc. Por lo que algo me falla o no me cuadra. ¿Qué tienen ellos que no tenemos otros?
Hola Sara!
Casi todas las personas que comen emocionalmente tienen problemas con su peso. Las que no los tienen es porque utilizan la comida para calmarse ocasionalmente, pero aún no han caído de lleno en la trampa del peso.
Para las que sí hemos caído ahí, la comida se convierte en nuestra principal válvula de escape, por eso nos resulta tan difícil prescindir de ella.
Nadie tiene una vida ideal y, en realidad, no es necesario tenerla… lo importante es saber vivir bien en medio de las dificultades cotidianas, sin dejar que las circunstancias «nos coman» y nos hagan perder el control, con la comida o con lo que sea :)
Un abrazo!!